(19 de Octubre de 2012)
En los últimos años hemos visto un rápido crecimiento de métodos de entrenamiento de caballos que se usan bajo licencia de nombres como Doma Natural, Doma Racional, Doma India, Manejo Natural, Doma Etológica, Natural Horsemanship, etc.
La cantidad de etiquetas que la gente pone para definir lo que uno hace y ser elemento diferenciador de los demás son innumerables.
¿Pero realmente que es la Doma Natural o cómo la queramos llamar?
Parece que todas estas domas alternativas se han convertido en una competición de domas rápidas, en una rivalidad por crear métodos para domar un potro en unas semanas, unos días e incluso en unas horas. De hecho se hacen competiciones sobre ello, sobre todo en EEUU. Y todo eso basado en eso que ahora está tanto de moda, que es la etología.
Basándonos en la etología y hablando de conceptos como biomecánica, nos atrevemos a domar un potro en unas horas, llevándolo ya con un filete o una de las famosas jáquimas que tanto están de moda. Y que ha pasado con la preparación física, la musculación, la flexión, el equilibrio, la coordinación….?
Con ello no estoy diciendo, ni que todos los métodos sean malos, ni que ninguna herramienta sea mala. Yo en mi trabajo a diario uso jáquimas, y cuerdas y filetes y bocados y espuelas y sticks.
Todas las herramientas que queramos usar pueden ser válidas y pueden ser unas muy buenas herramientas de comunicación con el caballo. Pero no nos olvidemos que sólo una línea muy fina las separa de ser unas muy buenas herramientas de tortura con el caballo.
Una espuela, al igual que un bocado, al igual que muchas herramientas, puede señalar de forma mucho más clara y específica lo que le queremos comunicar al caballo, pero si golpeo con ellas al caballo vamos a trabajar de una forma muy diferente. El uso de la presión no es el uso del dolor. Son conceptos diferentes. Una cosa es molestar, crear una incomodidad para que, creando un problema al caballo, él busque la respuesta correcta, o la que nosotros estamos buscando. Y otra cosa es castigar al caballo por no encontrarla. Debemos conocer las herramientas que utilizamos y conocer exactamente cómo actúan sobre el caballo.
Pero nos olvidamos que la base de la Doma Natural es el uso del lenguaje del caballo, el lenguaje de nuestro cuerpo, de nuestras actitudes y de nuestras emociones. Parece que si no compras uno de los muchos kits de Doma Natural que hay, no vas a poder domar un caballo jamás. ¿Pero qué pasa cuando no tenemos a mano la varita mágica, la cabezada mágica o la cuerda encantada que doma solos a los caballos? Que lo único que nos queda es nuestro cuerpo como forma de comunicación. Y resulta que tenemos muy poca conciencia de él, y muy poca conciencia de cómo lo usamos, porque tenemos herramientas mágicas que lo hacen todo muy fácil, hasta que llega el caballo con el que no funcionan y entonces se justifica usar la fuerza.
Creo que ya tenemos a demasiada gente impartiendo clínics y exhibiciones de Doma Natural sometiendo a los caballos en el suelo, dando tirones con sus jáquimas y poniendo cantidades de presión desmedidas para conseguir domar a un caballo en unos pocos días. Demasiada gente que vende métodos de Doma Natural cuando lo que en realidad hace es un entrenamiento deportivo, más o menos severo. Como por ejemplo ocurre con la Monta Western o con los espectáculos de Doma en Libertad. Demasiada gente que ha leído un libro o ha recibido algún clínic de Doma Natural y ya está impartiendo cursos por todos sitios.
La Doma Natural ya no es un buen negocio, ya se ha estropeado demasiado su nombre. Ya no nos creemos que los kits de herramientas mágicas te enseñen a domar a un caballo. Creo que ya ha llegado el momento en que nos pongamos las pilas con aprender de los mejores maestros. Y los mejores maestros son los caballos.
Porque al final, la Doma Natural no es más que eso, usar el lenguaje del caballo, para conseguir que los caballos hagan lo que nosotros queremos de forma que ellos puedan entenderlo, y de ese modo, conseguir su colaboración.
Tenemos en este y en otros países muy buenos profesionales, muy malos profesionales y muchos farsantes. Sería muy bueno que los malos profesionales estuvieran más abiertos al aprendizaje, que los farsantes empiecen a ser sinceros con ellos mismos y que los que de verdad saben lo que hacen no dejaran de dar formación a todos.
Sergio Vidal Jódar